LA INCREÍBLE HISTORIA DE JAMES O´CONNELL
James O’Connell fue el occidental más antiguo que se hizo famoso por sus tatuajes. En el siglo XIX, exhibir un tattoo era impactante y, según los sacerdotes y pastores, herético. En aquellos días, O’Connell mostraba su cuerpo tatuado en el Museo Americano de Barnum, un circo ambulante de los Estados Unidos, cuyo espectáculo consistía en la exhibición de atracciones humanas. Sin embargo, los tatuajes del irlandés seguían siendo en parte desconocidos, ya que era común la creencia de que, si las mujeres lo miraban demasiado tiempo, engendrarían bebés tatuados.
El tatuaje de James O’Connell
Luego de alcanzar la fama como el hombre más tatuado, O’Connell publicó su biografía para relatar una fantástica historia sobre el origen de sus tatuajes. Contó que sus padres eran artistas itinerantes y, durante y su niñez y juventud, viajó por todo el mundo.
Su historia era muy interesante. Embarcado en un barco ballenero, había naufragado y sido capturado por la tribu Pohnpei, indios caníbales que habitaban en las Islas Carolinas. Pero gracias a su interpretación de la danza irlandesa, se ganó su salvación.
Sin embargo, los indios le invitaron a hacerse el tatuaje ritual de la tribu y el cautivo no se pudo negar. O’Connell describió cómo una mujer indígena lo tatuó utilizando cañas de bambú con espinas insertadas. Como tinta, utilizaba una calabaza llena de un líquido negro.
Todas las noches, las demás mujeres de la tribu untaban su cuerpo con aceite de coco. Al día siguiente, se reanudaba la ejecución del tatuaje, el que duró 8 días y tardó 30 días en sanar. Los diseños abarcaban su tronco, su espalda, sus brazos, sus piernas y una de sus manos.
Así el irlandés pasó a ser parte de la tribu Pohnpei y la mujer que lo tatuó se convirtió en su esposa. Luego de unos años, logró escapar y regresó a los Estados Unidos, después de pasar por innumerables desventuras.
Llegado a Nueva York, a O’Connell le fue imposible encontrar empleo. Las personas se horrorizaban al verlo y fue completamente rechazado por la sociedad. Contó que fue por ese motivo fue que tuvo la idea de unirse al Museo Americano de Barnum y exhibir sus tatuajes en sus shows.
La entrada costaba 25 peniques por persona y, durante la época de mayor éxito, el espectáculo de Barnum recibió hasta 15.000 visitantes al día.
La verdadera historia de James O’Connell
Mucho tiempo después, algunos investigadores repasaron la historia de O’Connell y encontraron algunas incongruencias. También se dio a conocer el relato del capitán ruso del barco que lo llevó a Nueva York, quien aseguró que toda su historia era completamente falsa.
Al parecer, el marino se había hecho los tatuajes en varias partes del mundo, ya que los diseños de su torso y espalda eran de un estilo diferente a los tribales polinesios de sus extremidades. Además, nunca hubo indicios de un pueblo caníbal en Micronesia.
Fue así que se llegó a la conclusión de que el irlandés inventó toda la historia para ganarse la vida. Comenzó en París, en donde tuvo un gran éxito y, entusiasmado por actuar en la Exposición Universal de Nueva York, se embarcó hacia América, donde conoció a Barnum, quien lo contrató por un salario de 100 dólares diarios, una fortuna para la época.
En sus actuaciones, exhibía su cuerpo tatuado, hacía sus famosos pasos de danza irlandesa y relataba a los asistentes sus historias. A todos aseguraba que había salvado su vida a costa de 3 millones de pinchazos.
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